• Berlín,  Geometría del reverso,  relato

    Diederich pendular

    Christian Diederich fumaba asomado al ventanal de su enorme oficina en el quinto piso, mirando hacia el cauce del vecino Spree, que discurría a unos metros de la lujosa sede de Golden East Gmbh. Exhalaba contenidamente, apoyando con fuerza ambas manos sobre el frío metal, mientras un purito casi olvidado se consumía entre sus dedos. Reparó en él por las ligeras volutas que aún desprendía, y se obligó a apagarlo en el cenicero para no ensuciar más el alféizar de metal pulido. Había tenido que luchar con Recursos Humanos para que dejaran de molestarle con la tontería de fumar en el despacho y de las ventanas solo abatibles. El nuevo…

  • Berlín,  Geometría del reverso,  relato

    Aletha en paralelo berlinés

    Miedo. Fuertes latidos en las sienes. Un ruido antes normal era ahora una amenaza. La puerta de un despacho cercano que se abría. Una gota de sudor corriendo por la espalda. Gente normal a su alrededor y ella caminaba casi sin respirar. Sus pasos por el pasillo con moqueta azul aburrimiento. Intentó inhalar profundamente. Nada que temer en la que llevaba siendo su oficina desde hace cuatro años. ¿Verdad? Se trataba de un error. Respiración entrecortada. Algún tipo de error que se podía explicar con facilidad. Músculos abdominales tensos. Ataque de pánico incipiente. Auto-diagnóstico irrelevante.  Aletha dio dos pasos. Cuatro. Llegó sin saber cómo hasta los aseos. Dejó que la…

  • relato

    6:48

    – Nada de eso, Tito -cogió su vaso y lo puso a la altura de sus ojos-. Cabrón -los hielos que aún no se habían convertido en agua chocaron contra el cristal-. No tienes ni idea -se limpió el esputo de la comisura de la boca con la mano-. Ahora se llama el Jardín Escondido, y ponen solo reguetón y música así -bebió los restos del cubata aguado-. Lo que era el Mercedes ya no existe -el minúsculo esputo burbujeante volvió a aparecer-. Así que olvídate de la camarera aquella que nos invitaba a los chupitos. Y Tito lo miró con ojos de agua. Y los dos volvieron a reír…

  • relato,  relatos

    La mujer tras el ventanal oscuro

    Las cosas no estaban bien. Para nada. No era justo. Ella había tenido tres hijas que ya vivían fuera de casa, y había trabajado cuarenta y dos de sus sesenta y nueve años. Había enterrado un marido y un hermano. Los únicos hombres en su vida. Había hecho las cosas como se tienen que hacer. Y las seguía haciendo, aunque a su edad debería estar recibiendo las atenciones de otros, y no preocupándose por todo. Pero no se podía hacer nada, solo seguir haciendo las cosas bien. Cada día se despertaba a las siete de la mañana para hacer el desayuno, aunque no siempre tenía gana de desayunar. Se duchaba…

  • relato,  relatos

    Los días de Jesús en la playa

    La piel de Jesús parece cuero expertamente engrasado.  Desde cerca las arrugas y estrías marcan cada uno de sus músculos, perfilan sus huesos, destacan sus movimientos. Desde lejos parece solo un anciano demasiado delgado y moreno. Se aleja de las cabañas desnudo bajo el sol. Con mechones de pelo grisáceo manchado de negro pegados a sus hombros. Lleva tres meses viviendo en una de las cabañas de la playa, disfrutando de los precios de saldo de la temporada baja. Diez dólares la noche, desayuno incluido. Y el desayuno es tan abundante que, a veces, no le hace falta comer, y llega hasta la cena con solo una papaya o media…

  • Geometría del reverso,  relato

    Laura en sección

    Las palmeras estaban inmóviles, con hojas abatidas en la oscuridad que parecían peines de viento o rastrillos de otoños por llegar. Laura se rió de su propia afición a las descripciones melodramáticas y suspiró sin saber qué hacer con su vida. Se sentó sobre el césped, a la entrada del parque que separaba varios de los edificios de la universidad. Desde esa altura apenas se veía el reflejo de tercera mano que generaban los focos del teatro. En las montañas, al oeste, casi invisibles bajo la incipiente niebla que parecía estar cayendo sobre los edificios, se intuían pueblos que nada tenían que ver con su realidad de estudiante. Algunos coches…

  • Geometría del reverso,  relato

    Brian en plano

    Se trata de Brian. Brian está completamente borracho, buscando su vaso bajo la mesa, sin darse cuenta de que lo volcó ya hace minutos contra la pared. Está mirando tras las patas pero no puede ver demasiado bien, o quizás no puede pensar del todo bien. Es una noche de fiesta y ya le he visto probar tres o cuatro licores diferentes, algo que normalmente no hace. Brian no bebe normalmente tanto. Tengo calor. Esta habitación antes no era tan grande, pero ahora hace calor y todo está húmedo. Tengo la sensación de estar en la boca de algún animal de intestinos reverberantes. Brian no tendría que haber bebido tanto,…

  • Geometría del reverso,  relato

    Once en línea

    Once sabía que frotarse las manos cada medio minuto no servía de nada. Las noches de enero de Los Angeles eran tan extrañamente frías como absurdamente calientes los días del invierno. El desierto reclamaba en la oscuridad los triunfos que el aire acondicionado le robaba durante las horas de luz. Pensaba. Buscando en la poesía lo que la termodinámica no le podía ofrecer. Once llevaba más de dos horas sentado dentro del coche, con la mirada fija en el portón de la casa, atento a la posible salida de DM. Esta era la segunda semana que la Sociedad dedicaba a seguir todos los pasos del individuo en cuestión, por razones…

  • Geometría del reverso,  relato

    Emilia en espiral

    Emilia entrecerró los ojos e inhaló con desagrado el seco aire del despacho-laboratorio, odiando la aséptica falsedad reciclada, biológicamente necesaria pero definitivamente asqueante, que vomitaban los filtros acondicionadores situados sobre su cabeza. Ella no necesitaba ni oxígeno ni nitrógeno, sino un punto central y una normalización en las ondas que mecían su vida. Ése era el problema. Todo se había salido de su eje. Todo era falso y ficticio.  La asistente de investigación y candidata doctoral del departamento de física de la Universidad de Brighthill había comprendido hacía ya días que los clips italianos que tenía frente a sí eran algo más que espirales de metal exageradamente caro. Sabía que…

  • expats,  relato

    Expats I

      – ¿Tiene ya su carta de la social security?  Me pregunta la mujer de las gafas verdes y el acento casi, pero no del todo mexicano, apenas entro en la oficina. Y le enseño un rectángulo de cartulina barata que me acredita como algo legal en este país. Sin darle más importancia ni perder la amabilidad, se agacha y saca una carpeta marrón del mostrador con un buen montón de papeles. – Firme donde está marcado. Y yo comienzo a buscar flechas amarillas de plástico que me indican dónde debo estampar mi nombre, mis iniciales, un vale por el total de mi alma o lo que sea que me…