El tren silba cada noche
su canción de las once
y cuarenta siete minutos.
Una vez,
tres veces,
cinco veces.
La cuchilla repetida rasgando el sueño
de la ciudad de los árboles de plástico.
Una vez, tres veces, seis veces.
En la distancia yo me muevo entre sábanas sociópatas,
bajo un nórdico de manchas prestadas.
Y el tren silba una vez cuando se aleja.
Su ruta se repite en mi insomnio
una noche, dos noches,
cada noche.
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