
frente a la belleza otra vez,
me aburro.
un río serpentea sus reflejos,
un árbol centenario arrastra todo el día
la sombra que disfrutamos el resto,
tú no estás.
y yo me aburro.
pasos que son míos -solitarios-
van a partes de una ciudad tan vivida
que no parece ya extraña,
con su carga de miradas stendhalnianas.
y yo robo palabras al vuelo,
porque me aburro.
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